
Pasaban los días y yo escribía y escribía, hasta que llegó ya en 1606 la fecha en el que volví a ingresar en el convento de Toledo, allí me aburría mucho, solo tenía que hacer obligaciones que a mí no me gustaban y así siempre, pero uno de los días más felices que he pasado en ese convento fue cuando celebré a mis 27 años, no me regalaron muchas cosas pero uno de mis regalos me gustó mucho, lo que más me gustó fue la fiesta de cumpleaños que me prepararon, había toda clase de manjares, me lo pasé muy bien. Ese mismo año produje piezas teatrales, que me costó lo suyo, ya que cuando tenía algo de tiempo libre me ponía a trabajar pero menos mal que al final le gustó al público.

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